Bertold Brecht decía: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay hombres que luchan un año y son muy buenos. Hay hombres que luchan muchos años y son mejores. Y hay hombres que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”.
Estoy completamente seguro que don José Hazim Azar pertenece a la estirpe que subraya la última oración de este sublime pensamiento.
Para hablar de don José Hazim Azar, hay que tomar tres caminos iluminados:
Primero el sendero familiar, segundo el de hacedor de bienes y servicios, y tercero, el gran amor de su vida: la Universidad Central del Este.
Con respecto a su trayectoria familiar, diré que para don José, la familia era el centro de su existencia. Él encarnaba al padre tierno, amoroso, arrullador.
Pocas veces escuché, en mis largos años a su lado, el nombre Josecito. Siempre se refería a “mi hijo”: llámame a mi hijo, quiero hablar con mi hijo, hay que consultar con mi hijo. Cada mañana, alrededor de las once, se oía en su despacho: “ción papi”, “Dios te bendiga, mi hijo”. Luego seguía un abrazo fraternal que hacía brotar los sentimientos de todo el que estuviera observando la escena. Hasta en los momentos más difíciles, que son el día a día cuando hay múltiples empresas, nunca se tocó entre padre e hijo la fibra familiar.
Don José, al pasar los años, perdió el sentido de la vista, pero jamás perdió la luz celestial porque para él, cada uno de sus ojos significaba una estrella: uno era Randa y el otro Mayra.
Cuando Randa o Mayra llegaban a la UCE, la alegría que don José dejaba entrever era como si se abriera una grieta en el cielo, y a través de ella, resplandeciera un rayo de luz que iluminaba por completo todo su entorno. Su emoción era singular. Única.
Y de doña Ninín, su amada esposa, qué más puedo decir, si ella era su corazón, sencillamente, era su todo. Gran parte del país me correspondió recorrerlo con don José, y en cada lugar lo primero que hacía era comprarle un pequeño detalle a su abnegada señora.
Don José era un esposo inigualable y un padre ejemplar. Y el mayor legado que le dejó a su familia fue la dedicación al trabajo, el esfuerzo tesonero y la humildad.
Con relación al camino iluminado de los bienes y servicios, partiré de lo que se lee en las maravillosas páginas del libro Las mil y una noches:
“Siembra generosamente los granos de tu bondad, hasta en los terrenos que te parezcan más estériles. Tarde o temprano, el sembrador recogerá los frutos, superando a sus esperanzas”.
Es difícil encontrar un dominicano que amó más la tierra donde nació y estuvo tan identificado con su gente, como don José Hazim Azar con San Pedro de Macorís.
Hasta podría decirse que la mencionada ciudad oriental no entró en una etapa de total retraimiento económico, por el ánimo emprendedor y pionero de él.
Don José Hazim era un trabajador incansable. Un hacedor de bienes y servicios. Asumió la vida como una larga escalera de peldaños que fue ganando sin parar. A un éxito le siguió una nueva tarea, y otro éxito; y así, sucesivamente, hasta crear un conjunto armonioso de acciones.
Este invencible gladiador fue un hombre equipo, un hombre colectivo, un hombre plural; un hacedor que se multiplicaba a sí mismo cuando se miraba en los espejos de las organizaciones que había creado, establecido y fortificado.
Describir la grandeza de don José Hazim y la importancia crucial que sus proyectos han tenido en la activación del desarrollo petromacorisano sería extremadamente extenso, por lo que preferimos, en este espacio limitado, dar unas pinceladas a su magna obra productiva.
Como parte de su estrategia empresarial, don José logró desarrollar unidades primordiales para la región Este y el país. Entre las cuales podemos citar:
El Centro Médico UCE, considerado uno de los más tecnificados del país. Ubicado en Santo Domingo.
El centro hospitalario UCE, situado en San Pedro de Macorís. Recientemente ampliado y modernizado.
En ambos centros, nuestros estudiantes de medicina tienen asegurada, al más alto nivel, las prácticas requeridas y sus estudios especializados.
El hotel Macorix, donde funciona la Escuela de Hotelería y Turismo. El mismo le sirve de alojamiento a los estudiantes extranjeros que cursan su carrera en la UCE.
La Asociación Higuamo de Ahorros y Préstamos, que por años fue un puntal del desarrollo inmobiliario, que dio respuestas a todos los niveles de la esfera social.
Amigos, don José no amagaba, hacía. Así pudo reconstruir la moral de un pueblo que estaba en camino de precipitarse en el averno, después de haber estado en el paraíso de la abundancia y las frivolidades de la “danza de los millones” que fecundó las debilidades de los petromacorisanos. No le importó el pasado, sino el presente y el futuro. Dejó una huella luminosa como restaurador de la fe y la confianza en San Pedro.
Fue el pionero y propulsor de la zona franca en el país; construyó Los Astilleros y trajo el Ferry Board a San Pedro de Macorís.
José Hazim fue un hombre de palabra y acción. Su filosofía estaba basada en la paz, la igualdad, la justicia, el humanismo y el amor.
Logró lo que obtuvo trabajando día y noche. Practicaba el sentido de un pasaje de las Santas Escrituras:
“Por la mañana siembra tu semilla, y en la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor; si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno”.
Don José trabajó duro para arribar a la cúpula del bienestar. El sudor corrió por su frente. Caminó sin mirar hacia atrás. Nada de su pueblo le fue ajeno, así en el dolor y la alegría, en la tristeza y el entusiasmo, en la ferocidad y la mansedumbre, en la escasez y la abundancia, en la enfermedad y la salud, en la ignorancia y la sabiduría, en la piedad y la fe, en la opulencia y la miseria. Este bienhechor fue una ofrenda constante. Poseía el don más grande que puede tener un ser humano: amaba a la humanidad.
¡Fue amigo de los amigos!
Practicó el evangelio según San Mateo: “Cuando tú haces limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha”.
Una vez se le preguntó que cuál había sido el secreto de su triunfo y su respuesta fue: “Si humano, ninguno; si divino, la fe”.
Ahora, me referiré al sendero más luminoso, a su obra más excelsa y de alcance mundial, al gran amor de su vida: la Universidad Central del Este.
Cuando Macorís se desbandaba, víctima de la pobreza que le caía encima y los opulentos huían hacia la capital, llevándose todo lo que tenían, don José se quedó en medio de las ruinas y los despojos, y dijo: ¡no!
Y cual Prometeo redivivo, ante la incredulidad de la mayoría, dio un manotazo en la mesa, y henchido de emoción, expresó: ¡Carajo! ¡Queda fundada la Universidad Central del Este!
Destacar todos los logros, las ramificaciones y los impactos de la Universidad Central del Este, en este instante, sería imposible; pero hay que resaltar tres hechos fundamentales:
No. 1: La cantidad de profesionales que nos graduamos de una carrera universitaria pagando la suma de solo cinco pesos el semestre.
No. 2: La descentralización de la educación superior que hizo don José al crear extensiones universitarias en La Romana, El Seibo, Monte Plata, Bayaguana, San Cristóbal, Barahona, San Juan de la Maguana; y en lugares tan apartados como Las Matas de Farfán, Elías Piña, Monte Cristi, Dajabón y Neiba.
No. 3: Más de 42 mil profesionales nacionales y extranjeros que han egresado de nuestras aulas.
A través del tiempo, la UCE ha llenado su cometido educativo, social, cultural y económico, influyendo en los dramáticos cambios que ha experimentado el país en las cuatro últimas décadas, de tal suerte que hay que hablar siempre del antes y después de la fundación de la Universidad Central del Este.
De ahí, que al transcurrir los años, el rumor público se ha convertido en una verdad sostenida y es que la UCE surgió como un faro de luz para el desarrollo de la región Este y el país.
En este momento, evoco al gran pensador Stefan Zweig, cuando dijo: “La gratitud nos hace felices porque son raras las ocasiones en que se nos hace visible”.
Por todo lo anterior, invitamos a toda la comunidad nacional a conmemorar con la familia Uceana el centenario (1913-2013) del hombre que tuvo el sueño más grande en la región oriental.
Al fundador de la Universidad Central del Este
¡Don José Hazim Azar!
Fuente: Periodico Hoy
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